Artículo de opinión escrito por el Presidente Donald J. Trump publicado en Newsweek el 31-JUL-2023.
El Reporte del Fiscal Especial John Durham deja en claro, sin lugar a dudas, que la Farsa de Rusia fue el armamento más atroz de nuestro gobierno en la historia de Estados Unidos. Fue un crimen como ningún otro.
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Hace siete años, postulé para un cargo enfrentándome a todas las fuerzas más corruptas e intereses arraigados en la capital de nuestra nación. Mi agenda era una amenaza existencial para un establishment de Washington que se hizo rico y poderoso desangrando a Estados Unidos.
Prometí detener la inmigración ilegal masiva, poner fin a los acuerdos comerciales globalistas, poner fin a la venta de nuestro país a la China comunista, hacer frente a la burocracia permanente y los medios corporativos, y acabar con la adicción neoconservadora a las interminables guerras extranjeras.
En respuesta, un cabal no elegido en los altos rangos de nuestro gobierno, en conjunto con su candidata elegida, Hillary Clinton, y sus aliados en los medios, lanzaron el intento de golpe de facto conocido como la Farsa de Rusia.
Su objetivo era evitar mi elección y, si eso no funcionaba, destituirme o sabotear mi presidencia, socavar mi agenda en el Congreso, bloquear mis reformas internas e interferir con mi política exterior.
Durante casi tres años llevaron a cabo una campaña masiva de desinformación y persecución sin ley basada en la monstruosa mentira de que yo era un traidor a mi país.
Esos conspiradores del Estado Profundo espiaron mi campaña. Falsificaron pruebas falsas para obtener órdenes de vigilancia ilegales y difamar a personas inocentes a través de filtraciones a los medios. Ofrecieron un millón de dólares por un expediente ficticio escrito por un espía extranjero para tratar de acusarme de traición. Destrozaron innumerables vidas.
El Reporte Durham demuestra que las figuras clave involucradas sabían desde el principio que la teoría de la conspiración de colusión Rusa era una mentira. El FBI lanzó su cacería de brujas sin una pizca de evidencia legítima—y cuando encontraron información que me exoneraba una y otra vez, la encubrieron y mantuvieron la farsa.
Esta actitud enferma fue impulsada desde lo más alto. El director del FBI, James Comey, presionó constantemente a los agentes para obtener más vigilancia y órdenes judiciales, exigiendo saber una y otra vez «¿Dónde está la FISA, dónde está la FISA?»
Barack Obama y Joe Biden también participaron. Fueron informados en agosto del 2016 de los reportes que Clinton planeaba usar para «vilipendiar a Donald Trump al suscitar un escándalo alegando interferencia de los Servicios de Seguridad Rusos».
Ellos sabían la verdad, pero aún así hicieron pasar a nuestro país por un infierno.
A pesar de lo salvaje y cruel que fue la Farsa de Rusia para mí, mi familia, mi personal y tantos espectadores inocentes, las verdaderas víctimas fueron el Pueblo Estadounidense.
La destrucción que esa farsa causó en EEUU es casi incalculable. Subvirtió nuestra democracia, amenazó nuestra seguridad y puso en peligro nuestra libertad.
En un momento crítico en el que deberíamos haber estado reduciendo las tensiones con Rusia, la farsa de Rusia avivó la histeria masiva que ayudó a impulsar a Rusia directamente a los brazos de China.
En lugar de tener una mejor relación con Rusia como la trabajé yo para construirla, ahora tenemos una guerra de poder con Rusia, alimentada en parte por los humos persistentes del delirio de Rusiagate. Ucrania ha sido completamente devastada. Un número incalculable de personas han sido asesinadas. Y muy bien podríamos terminar en la Tercera Guerra Mundial.
Como han demostrado los archivos Twitter, el establishment de la izquierda radical también usó la farsa de Rusia para atacar la libertad de expresión. Construyeron un régimen de censura nacional en expansión con el pretexto de combatir la así llamada «desinformación rusa»—la cual rápidamente definieron para incluir cualquier contenido que no les gustara.
La comunidad de inteligencia, los medios de comunicación y las empresas tecnológicas de Silicon Valley usaron ese mismo pretexto, la «desinformación rusa», para censurar el escándalo de corrupción de Biden en el 2020, censura orquestada, como ahora sabemos, por la campaña Biden.
En una encuesta del año pasado, el 79 por ciento de los estadounidenses que siguieron la noticia sobre la sórdida computadora portátil de Hunter Biden dijeron que una cobertura veraz de esa historia, censurada erróneamente, habría cambiado el resultado de las elecciones. Nuestro país ahora está pagando un precio muy alto.
Quizás lo más peligroso de todo, la Farsa de Rusia normalizó el uso de las fuerzas del orden como armas contra los enemigos políticos de la izquierda. Los demócratas radicales y sus socios en los medios ahora aplauden cuando el Dept. de Justicia de Biden exige que el FBI investigue a los padres (de familia) en las reuniones de las juntas escolares, cuando despliega equipos fuertemente armados para arrestar a los activistas pro-vida (contra el aborto) y persigue un procesamiento judicial total del principal oponente de Joe Biden a la presidencia.
Esas agencias corruptas han interferido en todas las elecciones desde el 2016, y están interfiriendo en las elecciones del 2024 frente a nuestros propios ojos.
Debe haber un ajuste de cuentas. La responsabilidad ahora está en manos de los votantes. El Reporte Durham ha dejado muy claro lo que está en juego, y ahora la opción es nuestra: o el Estado Profundo destruye a Estados Unidos, o nosotros destruimos el Estado Profundo.
Donald J. Trump, 45to Presidente de los Estados Unidos
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Fuentes