Escrito por Abigail Shrier – autora, de Irreversible Damage: the Transgender Craze Seducing Our Daughters (Daño Irreversible: la Moda Transgénero que Seduce a Nuestras Hijas).
Lo que sigue es una adaptación de un discurso pronunciado el 27 de abril del 2021 en Franklin, Tennessee, en un Seminario Nacional de Liderazgo de Hillsdale College.
En el 2007, Estados Unidos tenía una clínica pediátrica de género; hoy hay cientas. La testosterona está disponible para los adolescentes en lugares como Planned Parenthood y Kaiser, a menudo en una primera visita, sin siquiera una nota del terapeuta.
¿Cómo llegamos a este punto? ¿Cómo se supone que todos pretendamos que la única manera en que puedes saber que soy una mujer es si te digo mis pronombres? ¿Cómo llegamos a un Estados Unidos en el que una personita de 13 años en el estado de Washington puede comenzar una terapia de «afirmación de género» sin el consentimiento de sus padres? ¿Cómo llegamos a un Estados Unidos en el que una joven de 15 años de Oregon puede someterse a una «cirugía importante», una doble mastectomía selectiva, sin el permiso de sus padres? ¿Y qué podemos hacer al respecto?
Para comprender cómo llegamos a este punto, es útil comenzar por considerar la disforia de género: la sensación de malestar severo en el sexo biológico de una persona. La disforia de género es ciertamente real. También es extremadamente rara. Afecta aproximadamente al 0.01 por ciento de la población, la mayoría son hombres.
Durante casi 100 años de historia de los diagnósticos, la disforia de género generalmente comenzaba en la primera infancia, entre las edades de dos y cuatro años, y generalmente involucraba a un niño que insistía en que no era un niño sino una niña. Los niños afectados son insistentes, congruentes y persistentes en la sensación de que están en el cuerpo equivocado. Según todos los relatos, es insoportable; he hablado con muchos adultos transgénero, la mayoría de ellos biológicamente hombres, que describen la irritación incesante de un cuerpo que se siente completamente equivocado.
Históricamente, esta ha sido la clásica presentación de la disforia de género. Cuando estos niños se quedaron sin atención, cuando nadie intervino médicamente o alentó lo que hoy llamamos «transición social», más del 70 por ciento de ellos superaron naturalmente su disforia de género. Otros se convirtieron en hombres homosexuales. Aquellos que no lo superaron se convirtieron en lo que solían conocerse como transexuales. No se creían mujeres, pero se sentían más cómodos presentándose como mujeres.
Hoy, sin embargo, no dejamos a estos niños solos. En cambio, en el momento en que los niños parecen no ser perfectamente femeninos o perfectamente masculinos, los etiquetamos como «niños trans». Los profesores los animan a presentarse a sus clases con nombres y pronombres nuevos. Los llevamos a terapeutas o médicos, los cuales, casi todos, practican el llamado cuidado afirmativo, lo que significa que creen que es su trabajo afirmar el diagnóstico de disforia de género y ayudar a los niños a realizar la transición médica.
El típico primer paso en el tratamiento administrado a estos niños son los bloqueadores de la pubertad, que bloquean la parte de la glándula pituitaria que dirige la liberación de hormonas que catalizan la pubertad. La más común de estas drogas es Lupron, cuyo propósito original era la castración química de agresores sexuales. Hasta el día de hoy, la FDA no ha aprobado este medicamento para detener una pubertad saludable.
Uno tiene que preguntarse porqué un padre o un médico tomarían medidas para detener la pubertad de un niño, dado que incluso un niño con disforia de género genuina probablemente superaría esa condición si se lo dejara solo. Algunos argumentan que es traumatizante dejar que los niños atraviesen la pubertad del sexo al que no desean pertenecer. Pero en muchos casos, la pubertad parece haber ayudado a los niños a superar la disforia de género. La verdad es que no hay una respuesta satisfactoria, dado que los científicos no tienen forma de predecir qué niños superarán la disforia por sí solos y cuáles no.
Los defensores del “cuidado afirmativo” también argumentan que permitir que ocurra la pubertad es peligroso, porque las tasas de suicidio entre los jóvenes y adultos identificados como trans son muy altas. Por lo tanto, dicen, debemos comenzar a tratar a los niños con disforia de género lo antes y de la manera más dramática posible.
Sin embargo, no hay buenos estudios a largo plazo que indiquen que los bloqueadores de la pubertad curan las tendencias suicidas o incluso mejoran la salud mental. Tampoco hay estudios que demuestren que los bloqueadores de la pubertad sean seguros o reversibles cuando se usan de esta manera.
Lo que sí sabemos es que los bloqueadores de la pubertad previenen el desarrollo de características sexuales secundarias, la maduración sexual y la densidad ósea. De hecho, debido a la inhibición de la densidad ósea y otros riesgos, a los médicos no les gusta mantener a los niños con bloqueadores de la pubertad durante más de dos años.
También sabemos que en casi todos los casos cuando la pubertad saludable de un niño se detiene médicamente, lo que pone al niño fuera de sintonía con sus compañeros, ese niño avanza hacia hormonas de sexo cruzado. Y cuando se administran bloqueadores de la pubertad y hormonas de sexo cruzado a una niña, se vuelve estéril. También puede tener disfunción sexual permanente dado que sus órganos sexuales nunca alcanzarán la madurez adulta.
Teniendo esto en cuenta, las afirmaciones de tantos médicos y activistas de género hoy en día de que estas medidas de transición médica para niños son seguras y reversibles, que son un «botón de pausa», sin inconvenientes graves, no solo son deshonestas, sino destructivas. No aceptaríamos este tipo de ventas simplistas en ninguna otra área de la medicina.
Identificación trans entre las adolescentes
Como mencioné, durante los casi 100 años de historia del estudio científico de la disforia de género, se ha diagnosticado casi exclusivamente en niños pequeños, y principalmente en niños varones. Pero durante la última década, un gran número de adolescentes niñas han comenzado a afirmar que tienen disforia de género.
Antes del 2012, de hecho, no había literatura científica sobre la disforia de género en las adolescentes. La Dra. Lisa Littman, entonces investigadora de salud pública de la Universidad Brown, usó la frase “disforia de género de inicio rápido” para referirse al subsecuente aumento repentino en la identificación de transgénero entre las adolescentes sin antecedentes infantiles de disforia de género.
Este aumento no es exclusivo de Estados Unidos, lo vemos en todo el mundo occidental. Para ofrecer solo una estadística, ha habido un aumento de una década a otra de más del 4,400 por ciento en el número de adolescentes mujeres que buscan tratamiento en la clínica nacional de género del Reino Unido. En todo Occidente, las adolescentes son ahora el grupo demográfico líder que afirma tener disforia de género.
Lo que hay detrás de esto es el contagio social: la difusión de ideas, emociones y comportamientos a través de la influencia de los compañeros, un ejemplo más de adolescentes [mujeres] que comparten y difunden su dolor. Existe una larga historia de contagio social con este grupo demográfico; la anorexia y la bulimia también se propagan de esta manera. Y sabemos que las adolescentes de hoy se encuentran en medio de la peor crisis de salud mental registrada, con las tasas más altas de ansiedad, autolesiones y depresión clínica.
Las adolescentes susceptibles a este contagio social son las mismas muchachas depresivas y ansiosas que luchan socialmente en la adolescencia y tienden a odiar sus cuerpos. Agrega a eso un entorno escolar donde pueden alcanzar estatus y popularidad al declarar una identidad trans. Agrega a eso la tentación adolescente de refregárselo a la mamá. También agrega la influencia embriagadora de las redes sociales, donde los activistas trans impulsan la idea de que identificarse como trans y comenzar un tratamiento con testosterona curará los problemas de una niña. Ponlos juntos y tendrás un fenómeno social que se propaga rápidamente.
He hablado con familias en las mejores escuelas para niñas que atestiguan que el 15, el 20 o, en un caso, el 30 por ciento de las niñas en la clase de séptimo grado de sus hijas se identifican como trans. Cuando ves figuras como esas, estás presenciando un contagio social en acción. No hay otra explicación razonable.
Estas chicas adolescentes están sufriendo mucho. Casi todas ellas en algún momento se han enfrentado a un trastorno alimenticio, se han hecho cortes o han sido diagnosticadas con otras comorbilidades de salud mental. Y ahora un establecimiento médico que ha decidido que su trabajo es afirmar y estar de acuerdo con las adolescentes identificadas como trans, les permite auto diagnosticarse la disforia de género.
Haciendo la vista gorda
Puede que no conozcas el nombre de Keira Bell. Es una joven en el Reino Unido, muy problemática en su adolescencia, que se apresuró a hacer la transición en su adolescencia y llegó a arrepentirse. Se sometió a una doble mastectomía y pasó años con testosterona, solo para darse cuenta de que su problema nunca había sido la disforia de género. Demandó a la clínica nacional de género del Reino Unido, y en diciembre pasado, después de que el Tribunal Superior de Justicia examinó su caso y las reclamaciones de demandantes en situación similar, ganó.
El Tribunal examinó los protocolos médicos aplicados a Keira Bell, protocolos idénticos a los que tenemos en los Estados Unidos, y se horrorizó de que a una niña se le hubiera permitido dar su consentimiento para comenzar un proceso de eliminación de su futura fertilidad y función sexual a una edad de 15 años, cuando no podría haber estimado su pérdida.
Aclamado como un «caso histórico» por The Times de Londres, The Economist e incluso The Guardian, la victoria de Bell fue vista en general como una seria condena al esfuerzo por acelerar la transición de género de las adolescentes. Una de las cosas espantosas que señaló la Corte fue que la clínica nacional de género no había podido mostrar ninguna mejora psicológica en las adolescentes que había tratado con hormonas de transición.
Si, como sospecho, no has leído ni escuchado sobre el caso de Keira Bell, es porque los medios tradicionales de Estados Unidos decidieron esconder que el caso haya sucedido. Del mismo modo, continúan ignorando o descartando las historias de los miles de “detransitioners”, mujeres jóvenes que se sometieron a la transición médica, luego se arrepintieron e intentan revertir el rumbo. Muchos de los tratamientos a los que se han sometido estas niñas son permanentes, pero hacen lo que pueden para tratar de revertir algunos de los efectos.
Así es que en los Estados Unidos, esta crisis entre las adolescentes es tratada como una cuestión política, una cuestión conservadora, en lugar de como una cuestión médica. Y así, quizás el mayor escándalo médico de nuestro tiempo se descarta como una preocupación conservadora.
El asalto a los deportes de mujeres y los espacios seguros
Ningún debate sobre la ideología de género puede ignorar el movimiento en curso para erradicar los espacios deportivos y de protección de niñas y mujeres. Muchas o la mayoría de las personas que lo promueven no son transgénero. Pero son activistas, están llenos de energía y parecen estar ganando.
Este movimiento promueve proyectos de ley peligrosos como la Ley de Igualdad, que haría ilegal distinguir entre hombres y mujeres biológicos y, por lo tanto, excluir a un varón biológico de un equipo deportivo de niñas o de un espacio protegido para mujeres, ya sea un baño, un casillero, habitación o prisión. Tenemos estas leyes ahora en California y en el estado de Washington y, como te puedes imaginar, un resultado es que cientos de prisioneros biológicos varones, muchos de ellos delincuentes violentos, han solicitado ser transferidos a unidades de mujeres.
Para los activistas que promueven esto, no es suficiente crear baños unisex, una categoría separada para atletas identificados como trans o zonas seguras separadas en las cárceles para hombres biológicos identificados como trans. No, están trabajando para abolir todos los espacios exclusivos para mujeres y quieren abolirlos ahora.
El hilo común que atraviesa estos temas es que la verdad está siendo obscurecida por la ideología de género. Se dicen mentiras sobre los riesgos de los tratamientos de transición administrados a los niños pequeños, tanto para restar importancia a los peligros de esos tratamientos como para exagerar el grado en que se sabe que esos tratamientos son útiles. Se cuentan mentiras sobre los investigadores y periodistas que intentan informar sobre la crisis de contagio social entre las adolescentes que se someten a tratamientos de transición. Y se dicen mentiras sobre el movimiento para erradicar los espacios protegidos de las mujeres.
La ideología de género detrás de estas mentiras es hermana de la teoría crítica de la raza. Mientras que los activistas de la teoría crítica racial les enseñan a los niños que se definen en gran medida por el color de su piel, los activistas de género les enseñan a los niños que hay muchos géneros y que solo ellos conocen su verdadero género. Y así como a las familias que se oponen al adoctrinamiento racial en las escuelas se les dice que su negación del racismo es una prueba de racismo, a las mujeres jóvenes que se oponen a que los varones biológicos participen en deportes de niñas se les dice que sus objeciones son una prueba de intolerancia transfóbica.
Estos falsos dogmas han corrompido nuestras escuelas K-12, nuestras universidades y nuestros medios tradicionales, así como nuestras revistas científicas y nuestras organizaciones de acreditación médica: la Academia Estadounidense de Pediatría, la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, etc. Para darte una idea de lo lejos que han ido las cosas, un miembro de la Asociación Nacional de Escritores Científicos, una asociación de periodistas con experiencia científica, me informó a fines del año pasado que un miembro del foro en línea de la asociación había sido expulsado por mencionar mi libro sobre el contagio social transgénero entre las adolescentes. Ni siquiera había leído mi libro. Solo mencionó que sonaba interesante, y por eso fue proscripto como transfóbico.
De manera similar, endocrinólogos, psiquiatras, pediatras e investigadores que están preocupados por los riesgos de las intervenciones de género informan que hoy tienen dificultades para publicar sus investigaciones. Y el financiamiento público y privado de la investigación está casi completamente restringido a los investigadores que promueven la transición de género y minimizan los riesgos.
Hay una falange de médicos jóvenes, muchos de ellos en pediatría o psiquiatría infantil, que están seguros en su creencia de que su trabajo principal es la «justicia social». Celebran sin reservas el aumento en el tratamiento de transición de los jóvenes y son inexcusablemente complacientes sobre los riesgos de esos tratamientos. The Washington Post citó recientemente a algunos de estos médicos en el sentido de que los bloqueadores de la pubertad son completamente reversibles, lo cual no es algo que cualquier médico honesto pueda afirmar saber. Simplemente no tenemos los datos para saber si los bloqueadores de la pubertad son completamente reversibles físicamente cuando se aplican para detener una pubertad saludable, y ciertamente no son psicológicamente reversibles. Estamos viendo una politización alarmante de la medicina y la ciencia, que es sintomática de una corrupción cada vez mayor de la sociedad estadounidense.
Ahora, hay algo que me propongo decir cada vez que hablo, y lo digo por la sencilla razón de que es cierto: los adultos transgénero son unas de las personas más serias y amables que he conocido en mi trabajo como periodista. Muchos de ellos parecen haber sido ayudados en la transición y llevan vidas admirables y productivas. No tienen ningún deseo de dañar a las mujeres o impulsar la transición en los niños. Los activistas de la ideología de género no los representan.
Mi comprensión de la libertad incluye la creencia de que la sociedad debería permitir que los adultos tomen decisiones importantes sobre sus vidas, lo que incluye elegir someterse a una cirugía de reasignación de sexo. Y cada vez que un adulto transgénero me hace una pregunta, utilizo su nombre y pronombres elegidos. Esto me parece cortés y lo correcto. Pero, y este es un gran pero, nunca miento. Esto significa que nunca digo, y nunca diré, que las mujeres trans son mujeres. Creo que recitar esta mentira conduce, como estamos viendo, a consecuencias injustas y peligrosas para las mujeres y las niñas. No es cortés ni correcto repetir estas mentiras. Es la entrega cobarde del bienestar de la mujer a los dioses despiertos. Y está mal.
También me preguntan a menudo por qué los activistas de la ideología de género están haciendo lo que están haciendo. ¿Qué posible justificación podría haber, por ejemplo, para decirles a los niños pequeños que pueden ser niñas y a las niñas pequeñas que pueden ser niños? Se me ocurrió una gran idea de una respuesta mientras hablaba con los detransicionistas. Escuché repetidamente de estas jóvenes mujeres que mientras estaban en transición, estaban enojadas y radicalmente políticas. A menudo cortan las relaciones con sus familias, ya que los activistas de género en línea les han entrenado a hacerlo. En relación con esto, si miras, notarás un número desproporcionado de personas con confusión de género entre las filas de Antifa en ciudades como Portland.
En otras palabras, el caos es el punto, y estas niñas con problemas se convierten en presa de quienes buscan reclutar revolucionarios. Así como el objetivo destructivo de la teoría crítica de la raza es dividir racialmente a los estadounidenses, el de la ideología de género es interrumpir la formación de familias estables, los pilares de la vida estadounidense.
¿Entonces qué hacemos al respecto? ¿Cómo retrocedemos? En primer lugar, debemos oponernos al adoctrinamiento de los niños en la ideología de género. No hay una buena razón para ello y hace un daño real. Podemos insistir absolutamente en que todos los niños se traten con amabilidad sin adoctrinar a toda una generación en la confusión de género.
En segundo lugar, debemos superar nuestra aprensión y decir la verdad en público. Dondequiera que nos encontremos, debemos negarnos a recitar mentiras. Y siempre debemos distinguir claramente entre los estadounidenses transgénero, personas generalmente maravillosas, y el movimiento ideológico transgénero, que busca deformar a los niños y debilitar a las familias.
Este es un movimiento que pondría a nuestros niños en contra de ellos mismos porque sus defensores saben que no hay mayor daño —no hay una forma más rápida de poner de rodillas a Estados Unidos— que hacer que nuestros niños se hagan un daño irreversible. La gente que impulsa esta ideología nos ha adelantado quizás en una década. Pero ahora creo que han despertado a un gigante dormido. El éxito de mi libro es una indicación. Las muchas legislaturas estatales que ahora están debatiendo estos temas es otra.
Estos son nuestros hijos y nietos. Nuestro futuro depende de que ganemos esta pelea.
Fuente: https://imprimis.hillsdale.edu/gender-ideology-run-amok/
Nos da lo mismo.La dismorfofobia es no gustarse a sí mismo,quizás si estás sometido a clichés sociales y mediáticos y a estereotipos sociales.Otra cosa es nacer con algún tipo de atrofia o con los dos sexos y tener que elegir (hermafroditismo).
En la antigüedad habían cinco sexos:masculino,femenino,neutro,ambiguo y epiceno,nadie pensaba en cambiarse de sexo,por que eran todos aceptados.El imperio romano los redujo a dos:masculino y femenino y encima el hombre moreno y la mujer rubia (cliché).
Entendemos que la cirujia estética está muy avanzada,así como la endocrinología…no son los niños los que deciden…es la sociedad la que les enseña malos ejemplos o modelos equivocados,más todavía en sociedades donde conviven muchas razas y etnias.La corrupción de menores siempre ha sido delito.Los niños no maduran hasta casi la pubertad,y las personas hasta los 30 aprox.no terminan de enlazar el sistema neurológico.Se trata de negocio dirigido hacia la no procreación,es una frivolidad y va en contra de las leyes de la naturaleza y del ser humano,contrarios a la creación de Dios.Es una opinión.