Excelente artículo del abogado Jonathan Turley, quien nos hace notar algo que muchos no han visto en las acusaciones de John Durham,  un nombre que aparece relacionado a casi todos los implicados en el espionaje ilegal contra Trump: Brookings Institution.

 


A seis grados de Brookings: cómo un ‘think tank’ liberal sigue apareciendo en la investigación de la colusión rusa

Por Jonathan Turley – 8-NOV-2021

La acusación más reciente del fiscal especial John Durham ha creado un gran revuelo en Washington, ya que la investigación sobre el escándalo de la colusión rusa expuso nuevas conexiones con la campaña de Clinton. La acusación contra Igor Danchenko expone a asesores adicionales, cercanos a Hillary Clinton, quien supuestamente impulsó acusaciones desacreditadas y lascivas en el expediente Steele. Sin embargo, uno de los elementos nuevos más interesantes fue el papel de un think tank liberal, la Brookings Institution, en el supuesto esfuerzo por crear un falso escándalo de colusión. De hecho, Brookings aparece con tanta frecuencia en relatos relacionados con el escándalo de la colusión rusa que podría ser la alternativa de Washington al juego de salón de Kevin Bacon (un juego que inventó la gente, a mediados de los 90, que trata de conectar a cualquier artista al actor a Kevin Bacon, inspirado en “seis grados de separación”, la teoría de que nadie está a más de seis grados de distancia de relación de cualquier otra persona en el mundo). Parece que muchas de esas figuras están a seis grados de Brookings.

El hecho es que Washington sigue siendo una ciudad pequeña para la élite gobernante donde los grados de separación pueden ser bastante pequeños a medida que las figuras entran y salen del gobierno. Además, los think tanks son a menudo los estacionamientos para los leales a un partido mientras esperan (y trabajan) para nuevas administraciones. La Federalist Society y la Heritage Foundation juegan un papel similar para las figuras conservadoras.

Sin embargo, incluso en el entorno endogámico (todos parecen conocerse o tener algún tipo de relación) de Washington, las capas de conexiones con Brookings son notables en las acusaciones de Durham y en los relatos del esfuerzo por crear un escándalo de colusión rusa. El esfuerzo no fue un secreto antes que alguien supiera el nombre del ex-espía británico Christopher Steele. El 28 de julio (2016), el exdirector de la CIA, John Brennan, informó al entonces presidente Obama sobre el supuesto “plan” de Hillary Clinton para vincular a Donald Trump con Rusia como “un medio para distraer al público de su uso de un servidor de correo electrónico privado”. Las notas de la reunión indican que el plan para inventar una narrativa de colusión fue “supuestamente aprobado por Hillary Clinton, una propuesta de uno de sus asesores de política exterior para vilipendiar a Donald Trump provocando un escándalo que denunciaba la interferencia por parte del servicio de seguridad ruso”. Eso fue tres días antes que se iniciara la investigación rusa.

Durham detalla cómo se llevó a cabo este plan y muchos de los mencionados no se encuentran a seis sino a dos grados de separación de Brookings.

Brookings jugó un papel importante en impulsar la narrativa de la colusión rusa, contratando a una variedad de expertos quienes luego poblaron los medios de comunicación como MSNBC y CNN declarando con confianza que Trump estaba claramente incriminado en una serie de dudosos actos criminales. Si bien nunca se hicieron cargos formales por tales crímenes, y mucho menos se procesaron, Brookings mantuvo un amplio banco de expertos en el tema como Susan Hennessey (ahora asesora de seguridad nacional en la Administración Biden), Ben Wittes (quien defendió a James Comey en su filtración de memorandos del FBI) y Norm Eisen (quien luego se convirtió en abogado en el esfuerzo de juicio político [impeachment] contra Trump). Esto incluyó el sitio de Brookings, LawFare, el cual publicó un flujo constante de columnas sobre cómo se podría acusar a Trump por delitos que van desde obstrucción hasta soborno.

Sin embargo, ese tipo de polinización cruzada de medios es común. Lo más sorprendente es cómo la acusación parece trazar un mapa de todas las carreteras que siempre conducen de regreso a Brookings.

La más reciente figura acusada, Danchenko, trabajó en Brookings. Demostró ser la fuente clave anónima de Christopher Steele y luego admitió ante el FBI que la información que se le atribuía no solo “no tenía fundamento” sino que, después de haber sido reelaborada por Steele, era irreconocible a partir del chisme o especulación original.

Parece que Danchenko fue presentado al ex espía británico Christopher Steele por la empleada de Brookings, Fiona Hill. Si ese nombre te suena familiar, Hill se aseguró un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional del Presidente Trump y luego se convirtió en una testigo clave en su contra durante el primer juicio político a Trump por el escándalo de Ucrania.

Steele también testificó en Londres que su amigo y entonces presidente de Brookings, Strobe Talbott, estuvo involucrado en informes e investigaciones sobre el desarrollo del expediente. Talbott es también un ex diplomático de la administración Clinton y amigo de Clinton que ocupó un puesto de alto rango bajo Hillary Clinton. (Otra figura, Cody Shearer, quien ha sido mencionado en los relatos que desarrollan y difunden sus propias denuncias de colusión, era el hermano de la difunta esposa de Talbott).

Cuando Steele fue llamado al Departamento de Estado para un informe sobre su expediente, Talbott se sentó junto a la subsecretaria de Estado Victoria Nuland, quien se encuentra actualmente en Brookings. El papel de las figuras de Brookings en el expediente aún se está desarrollando, pero todos los caminos parecen conducir de regreso al think tank (grupo de ‘expertos’).

Incluso cuando quedó claro que las declaraciones falsas hechas en las solicitudes secretas FISA estaban apuntando al asociado de Trump, Carter Page, el tribunal secreto seleccionó a David Kris, quien escribió para LawFare de Brookings a pesar de su anterior negación de que el FBI engañó al tribunal FISA y de su criticismo a Trump).

Brookings ha sido considerado durante mucho tiempo como el brazo de investigación de las figuras demócratas y las causas liberales. Sin embargo, incluso en el mundo baconesco de los insiders de Washington, es raro ver a un grupo de expertos conectado en tantos niveles a una investigación criminal. Al igual que en nuestra política, estas conexiones significarán cosas diferentes para diferentes personas. Para los conservadores, Brookings parece la nave nodriza de este escándalo con asociados coordinando reuniones y roles en la metástasis del escándalo. Para los liberales, las conexiones simplemente muestran la influencia del think tank liberal y cualquiera que resalte al think tank está impulsando una nueva narrativa de tipo “Comisión Trilateral”.

Con la excepción de Danchenko, no hay pruebas por parte de Durham de que ninguno de estos individuos relacionados con Brookings haya cometido actos delictivos o sean sospechosos de tales actos. Sin embargo, estas conexiones ya se han tenido en cuenta en la investigación y es probable que se aborden en cualquier informe final del fiscal especial. La influencia de Brookings Institution en el escándalo de la colusión rusa probablemente seguirá siendo fundamental para que Durham aclare cómo el FBI fue engañado en la investigación rusa y el papel de los agentes de Clinton en ese esfuerzo. En particular, el 9 de septiembre del 2015, Hillary Clinton apareció en Brookings y enfatizó que hay “muchos amigos y colegas de toda la vida que están conectados aquí en Brookings, incluido Strobe”. La pregunta es si esa conexión se volverá cada vez más precaria a medida que Durham continúa su investigación.


Fuente: https://jonathanturley.org/2021/11/08/six-degrees-from-brookings-how-a-liberal-think-tank-keeps-coming-up-in-the-russian-collusion-investigation/


 

Por Fernando

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